jueves, 27 de octubre de 2011

VUELVEN LOS PEQUESABIOS.

En este comienzo de curso, hemos estado recordando muchas de las actividades que hicimos el curso pasado, algunas para retomarlas este año con una nueva temática o una nueva dinámica. Una de la que aún no sabíamos nada era de nuestras sesiones de experimentos, con los que nos convertimos en unos auténticos Pequesabios.
Hoy recibimos una sorpresa, y es que al entrar del patio, estaba en nuestra clase Superimán, nuestra mascota del año pasado con la que aprendimos las propiedades de los imanes y pudimos disfrutar de infinidad de experimentos que después pudimos demostrar en la Feria de la ciencia. Y no venía solo; nos traía un regalo metido en una caja. Ya sabíamos que este curso seguiríamos con los experimentos, pero atendiendo a otra temática, los alimentos. Tras comprender a lo que nos referíamos con eso de los alimentos, Francisco propuso que la mascota sería un cocinero. Y en efecto, cuando abrimos la caja, nos encontramos con un cocinero llamado Pequechef, con el que este año vamos a descubrir las propiedades de los alimentos, algunas curiosidades y la reacción del propio cuerpo cuando los ingerimos. Traía un delantal y un gorro, para no mancharse y que no cayesen pelos en la comida. Viene muy preparado y seguro que con él, vamos a disfrutar mucho.
Sin más dilación, comenzamos el experimento número 1; planteamos una pregunta: ¿qué tenemos en nuestra boca que nos permite apreciar el sabor de los alimentos? Elaboramos algunas hipótesis:
-Francisco: los dientes, que son con lo que masticamos la comida.
-Daniel: la lengua, que hace que cuando tomamos un caldito y lo tragamos, nos dice qué es.--Laura: los mofletes, porque cuando masticamos, llevamos la comida hacia los lados.
-Mª José: los labios, porque cuando comemos, la comida toca los labios.
Después de las hipótesis, es el momento de comprobar; para ello, María y Mª Carmen se ofrecieron voluntarias. Se colocaron en el centro de la asamblea con los ojos tapados; avisamos de que les íbamos a dar algo de comer y que debían averiguar de qué se trataba. Destapamos los materiales que Pequechef nos había traído para el primer experimento: papel absorbente y chocolate. Le pedimos a María que sacase la lengua y le secamos la saliva con el papel. Después, le dimos a probar un poco de chocolate, sólo chuparlo; al preguntarle que alimento era, María no supo contestarnos. Hicimos lo mismo con Mª Carmen pero sin secarle la saliva, y ella, rápidamente, pudo decirnos que se trataba de chocolate. ¿Qué había pasado? Tras recordar todo lo que habíamos hecho, nos dimos cuenta de que tenía un papel importante la saliva.
Y para apreciarlo aún mejor, esta vez lo intentó Amalia y Patricia; les secamos la saliva de la lengua y les dimos a probar otras cosas que no eran chocolate. ¡Nos contestaron que era chocolate! No habían apreciado el sabor.
Esto sucede porque para saber lo que estamos comiendo, la lengua debe mandar la información al cerebro. para que pueda hacerlo, los alimentos deben estar líquidos, de manera que si son sólidos, se diluyen con la saliva. Ésta, tiene unas partículas invisibles llamadas moléculas químicas, que son reconocidas por las papilas de la lengua, quienes envían la información a través de las fibras nerviosas hasta llegar al cerebro, que es el que nos dice a qué sabe lo que comemos. Por eso, si secamos la saliva de la boca, nada de esto ocurrirá y a nuestro cerebro no llegará ninguna información y por tanto, no reconoceremos el sabor del chocolate.
>Para poder comprobarlo, todos hicimos el experimento y al final, pudimos disfrutar de una degustación de chocolate, esta vez con saliva para poder disfrutar de todo su sabor.
EXPERIMENTO 1 on PhotoPeach

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