Alicia sentía que estaban tan locos, que terminó por marcharse. En nuestro libro, aparecían las instrucciones para hacer una merienda de ese tipo, y una de las cosas más importantes era hablar de cosas que parecían disparatadas. Les propuse a los niños y niñas tres acertijos para que los adivinásemos y le demostrásemos al sombrerero loco que a veces, hasta las cosas más diferentes pueden tener algo en común. Por ejemplo, conseguimos enlazar un trozo de queso y un manojo de hierba: el queso sale de la leche, la leche sale de la vaca y la vaca come hierba. ¡Eureka!
Pero para hacer una merienda loca, el sombrerero también proponía otra cosa: cantar una canción. Con la melodía de la canción "Tengo una vaca lechera" tuvimos que inventar una nueva canción cambiando algunas palabras. Aquí está nuestro resultado, genial:
Tengo una vaca contenta,
no es una vaca cualquiera.
Me da comida cuando tengo gana,
ay que vaca tan salada,
tolón, tolón, tolón, tolón.
Y con los acertijos resueltos y la canción inventada, por fin podíamos comenzar la merienda. Nos sentamos todos en círculo e imaginamos en el centro una merienda invisible. Como en las meriendas del país de las Maravillas hay que cambiar de sitio cada cierto tiempo, estaríamos cada uno en nuestra silla hasta que escuchásemos la palabra "tarta"; entonces, tendríamos que cambiarnos a otro sitio.
Nos lo pasamos genial, así que decidimos que otro día haríamos otra merienda loca; un matiz que los niños y niñas pidieron es que para la próxima, haya comida de verdad (eras las 13:30h de la tarde, normal)
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