Hablamos de por dónde se metía el sonido para que pudiésemos apreciarlo, y descubrimos en nuestra oreja, un agujerito. Decidimos tapárnoslo para comparar si escuchábamos lo mismo o no.
Quizás nunca antes nos habíamos fijado, pero ¡qué raras son nuestras orejas! Son blanditas, flexibles y tienen infinidad de pliegues.
Pero, ¿dónde va el sonido cuando entra por el agujero de la oreja? Francisco dijo que seguro que iba al cerebro, para poder pensar y saber qué sonido escuchábamos. En efecto, es así, pero, ¿qué camino sigue? Quizás recorra todo nuestro cuerpo, quizás sólo recorra nuestra cabeza,...
Para descubrirlo, vimos una imagen de nuestro oído por dentro y apreciamos el recorrido del sonido: oreja-conducto auditivo-tímpano-martillo-yunque-estribo-ventana oval-caracol-nervio auditivo y trompa de eustaquio.
Intentando descubrir si nuestro oído funciona bien o no, hicimos varios juegos, en los que descubrimos que cualquier objeto genera un sonido. Fue complicado, pues a veces, no nos detenemos a apreciar el mundo de sonidos que nos rodea.
Pero no sólo los objetos producen sonido; nosotros mismos somos generadores de ruidos y sonidos. Nuestra voz es única, y no hay dos iguales; ¿seríamos capaces de descubrir qué amigo nos habla si no lo pudiéramos ver? Jugamos a "Marco-Polo", un juego donde un niño con los ojos vendados tenía que decir "Marco" y escuchar atentamente qué compañero le respondía con un "Polo". Agudizando nuestro oído, descubrimos voces diferentes, con matices distintos.
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