Seguimos leyendo nuestro cuento de "Alicia en el país de las Maravillas", ya casi terminándolo y cada vez más interesante. Después de dejar a la liebre y al sombrerero, nuestra amiga se ha encontrado con la reina y el rey de corazones, la duquesa, el conejo blanco y los soldados, que en este país, eran cartas de una baraja. El caso es que la reina la invitó a jugar al croquet, pero claro está, aquí era algo extraño; los palos eran flamencos que los participantes agarraban de las patas, las pelotas eran erizos, y los aros por los que pasar la pelota, eran los propios soldados que se agachaban. Durante el juego, la reina se empeñaba en mandar a sus soldados que le cortasen la cabeza a todo aquel que hacía algo que a ella no le pareciese bien; de hecho, al final, se quedaron en la partida sólo el rey, la reina y Alicia. Al terminar de jugar, la reina avisó de que el juicio iba a empezar y que Alicia iría con ellos. Pero, ¿qué juicio?; no lo sabemos, para conocer de qué juicio se trata, deberemos esperar a la próxima lectura. En una esquina de la ilustración, vimos que había un pergamino y decidimos leerlo; en él, el jardinero avisaba de que había crecido un rosal con flores blancas, y que debían pintarlo de rojo antes de que la reina lo viese. Nos preguntamos por qué; supimos pronto que la reina quiere que las flores de su país sean rojas porque los corazones son rojos, y ella es la reina de corazones. Pero, ¿con qué pintarán las flores? Se nos ocurrieron muchas ideas: con pintura rojo, cera roja, rotulador rojo, estrujando un tomate, con sangre.
Ahora que habíamos ayudado al jardinero podríamos imaginar que nos metíamos en el país de las Maravillas y que jugábamos una de esas partidas de croquet; no teníamos flamencos de verdad, así que convertimos una pica en uno de esos animales. Teníamos pelotas, así que ya sólo nos quedaban los aros; igual que los soldados, nosotros podríamos agacharnos. Ya lo teníamos todo dispuesto, así que salimos al patio para ver dónde podríamos jugar. Por falta de tiempo, sólo pudimos concretar el lugar.
Pero hoy, hemos podido ya disfrutar de la partida. Un niño ha hecho de jugador, ha cogido el "flamenco" y la pelota y con mucha puntería, han comenzado las tiradas, en las que debíamos conseguir que la pelota pasase por el mayor número de aros, aros que en realidad, eran el resto de niños. Después de cada tirada, el jugador ha cambiado para que todos pudiésemos participar. Nos hemos dado cuenta de que no es tan fácil como parece, así que deberíamos practicar. Lo que sí es cierto, es que ha sido muy divertido y lo hemos pasado genial.
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