El experimento de esta semana requería un recuerdo de algunos conceptos que ya conocíamos. Comenzamos recordando que el papel de aluminio con el que nuestra familia nos prepara el bocadillo para la merienda no era magnético, de manera que no se pegaba al imán. También recordamos que un imán potente consigue que los objetos magnéticos se muevan, debido al campo magnético del imán. Lo comprobamos con un clip; vimos que el clip era capaz de moverse para llegar al imán. A continuación, presentamos un vaso de aluminio y nos preguntamos si el imán tendría algún efecto sobre él. Sabíamos que no, ya que el aluminio no es un objeto magnético. Pues estábamos algo equivocados, y teníamos que llevar a cabo el experimento para verlo. Con un barreño lleno de agua, un imán atado a una cuerda y el vaso de aluminio, teníamos que conseguir que el vaso se moviese. Fuimos teniendo ideas; a Daniel se le ocurrió llenar el vaso de agua y girar el imán alrededor del vaso, pero no conseguíamos nada.
A María se le ocurrió acercar el vaso al barreño y colocar el imán justo encima. Pero tampoco.
Comenzaron a terminarse las ideas, así que tuvimos que aunar esfuerzos para descubrir qué podíamos hacer. Colocamos el vaso de aluminio dentro del barreño con agua, cogimos la cuerda y comenzamos a girar el imán encima del vaso. Conforme el imán giraba, también lo hacía el vaso, en la misma dirección. Habíamos conseguido mover el vaso sin tocarlo utilizando el imán. ¿Magia? No! Simplemente, el imán tiene una fuerza invisible, que le rodea y hace que las cosas se muevan alrededor de él, llamada Campo Magnético. En este caso, al mover el imán rápido, estamos creando un campo magnético dentro de las paredes del recipiente, por eso éste, aunque en un primer momento no se sentía atraído por el imán cuando estaba parado, ahora se mueve: porque la fuerza invisible lo está empujando.
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