¿Y SI FABRICAMOS UNA BRÚJULA?

En la sesión de hoy de experimentos, hemos llamado a nuestros vecinos de la clase de los osos y las osas para hacer el experimento todos juntos; aunque algo apretaitos, lo hemos pasado muy bien y hemos aprendido todos juntos. Estuvimos recordando lo que es un brújula y para qué sirve.

Pero, nos preguntamos qué pasaría si alguna vez estuviésemos en algún sitio, no supiésemos volver a casa y no tuviésemos brújula. Lo ideal sería saber construir una que nos sirviese para orientarnos y buscar el camino de regreso. Ahora sólo quedaba pensar en cómo hacerlo. Lo más importante en una brújula es su agua imantada, así que empezamos por ahí; cogimos una aguja de coser y la imantamos. Ya sabíamos cómo hacerlo, ya que hace tiempo, imantamos un destornillador; sólo había que frotarla con un imán.

Ahora, teníamos que hacer lo mismo con otra aguja, y cuando las dos estuvieran imantadas, las pegamos en un trocito de cartulina doblado por la mitad. Las dos agujas debían estar colocadas en la misma posición.

A esa cartulina con las dos agujas, le atamos una cuerda y en el otro extremo de la misma, atamos un palo de pinchitos. Pusimos el artilugio dentro de un vaso, y ahí teníamos ya nuestra brújula. El trozo de cartulina se orientaba igual que la brújula; un extremo señalaba el norte y otro el sur.

Pero, ¿y si no tuviéramos vaso? Había otra manera de hacer una brújula. Volvimos a imantar las agujas y a pegarlas en un trozo de cartulina. Pero esta vez, cogimos un poco de plastilina, la colocamos en el suelo, le hincamos un palo de pinchitos y encima, pusimos la cartulina. Ésta empezó a girar hasta que se detuvo, señalando también un extremo al norte y otro al sur. 

Increíble, habíamos fabricado dos brújulas que se comportaban de igual manera cuando acercábamos un imán; el polo norte del imán repelía al polo norte de nuestras nuevas brújulas, pero se atraía con su polo sur. Ahora tocaba experimentar en pequeños grupos. Era el turno de nuestros niños y niñas