jueves, 3 de noviembre de 2011

¿CONGELADO? COMO SI NO LO HUBIESE PROBADO.

Nos encantan los jueves, y mucho tiene que ver en esto que es el día en el que nuestra nueva mascota Pequechef, nos trae experimentos divertidos, curiosos y muy interesantes. Hoy ha vuelto a venir a la clase y con él, hemos seguido profundizando en todo el tema de cómo nuestro organismo reacciona ante determinados alimentos.  Recordamos que en la sesión anterior, vimos como gracias a la saliva, nuestro organismo reconoce lo que estamos comiendo; pues bien, hoy primero estuvimos degustando un trocito de pera para describir entre todos su sabor: dulce, con agua, blando. Lo supimos porque comimos la pera teniendo saliva en la lengua. Pero el reto venía ahora; debíamos pensar en otra manera de conseguir que no reconociésemos el sabor de un alimento sin secarnos la saliva de la lengua. Daniel tuvo una idea: comer con la boca tapada, seguro que así no reconocíamos su sabor. Lo intentó con Laura, pero no funcionó porque Laura supo lo que estaba comiendo. Había que meterle algo en la boca antes de que se comiese el alimento. ¿Alguno de vosotros se lo imagina?
Como no teníamos más ideas, tapamos los ojos de Daniel y también de José P. y la seño trajo a la clase unos cubitos de hielo. Le metimos uno a cada uno en la boca y les pedimos que los chupasen durante un rato. Después, les dimos a probar trocitos de plátano, y ni uno ni otro supieron decirnos lo que estaban comiendo.
Y es que la temperatura de los alimentos también influye a la hora de notar su sabor. Un alimento extremadamente frío pierde su sabor y no se mezcla con la saliva, por lo que no es reconocido por las papilas de la lengua. Igual ocurre con una alimento demasiado caliente. De ahí, que cuando comemos un helado, lo ideal sea sacarlo del congelador un ratito antes de comerlo. Probad en casa, veréis como estamos en lo cierto.
SI ESTÁ MUY FRÍO, NO LO APRECIAS. on PhotoPeach

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