· Laura: la pinchamos.
· Mª José: le hacemos un agujero pequeño con una aguja.
· Laura: usamos un inflaglobos.
· Jorge: metemos la zanahoria en un globo e inflamos el globo.
· Laura: metemos la puntita en agua.
· Mª José: usamos el globo de Helio.
· Laura: metemos un palo por medio de la zanahoria y soplamos para inflarla.
· Daniel: el palo no tiene agujero para soplar.
· Pepa: usamos una cañita.
Viendo que no surtía efecto nuestro plan, empezamos a reflexionar sobre qué tenían los alimentos por dentro; Jorge recordó que tienen agua, así que la mejor manera de inflar y desinflar los alimentos sería con agua. Presentamos 3 zanahorias de tamaño más o menos igual y 3 botes vacíos. En el primer bote, metimos una zanahoria y la dejamos sin hacerle nada. En el segundo, metimos otra zanahoria y llenamos el bote de agua. Y en el tercero, metimos la zanahoria con mucha sal y un poco de agua. Hicimos nuestras hipótesis sobre qué zanahoria creíamos que crecería y cuál disminuiría.
Cuando al día siguiente vimos lo ocurrido, descubrimos que la zanahoria número 1 no había cambiado nada; la número 2 estaba algo más hinchada, pues el agua del recipiente había conseguido traspasar las membranas de la zanahoria. La número 3 sin embargo, había disminuido en tamaño y su aspecto había empeorado, pues el agua con sal había hecho que la zanahoria perdiese parte de su agua. Este doble proceso se llama ósmosis y se desarrolla en un sentido u otro dependiendo de la densidad del agua. Ocurre igual cuando metemos un puñado de garbanzos en agua; vemos que éstos se hinchan, pues el agua ha traspasado las membranas de los garbanzos. O con un jamón, que se conserva en sal y que pasado un tiempo, vemos cómo disminuye su tamaño, pues la sal consigue eliminar parte de su agua.
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